La figura, que fue pasando de un experto a otro para un estudio más profundo y cuidadoso, tenía entre siete y ocho pulgadas de altura, y era de exquisita manufactura. Representaba un monstruo de contorno vagamente antropoide, pero con una cabeza parecida a la de un pulpo cuya cara era una masa de tentáculos, un cuerpo escamoso y de aspecto gomoso, garras prodigiosas en las extremidades superiores e inferiores, y alas largas y estrechas detrás. Esta cosa, que parecía emanar una malignidad espantosa y antinatural, poseía una hinchada corpulencia, y se sentaba en cuclillas de forma siniestra sobre un pedestal rectangular cubierto de caracteres indescifrables.

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